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Con Otra Mirada | Convento de San Fracisco de Quito

Otra Mirada para el Convento, otra mirada a este lugar reconocido en el Mundo y testimonio de América como el Patrimonio de mayor importancia, postrado a los pies de la Cordillera de los Andes y llegando ya a los quinientos años de su presencia como testimonio vivo de la vieja Europa, la corona de España, antes Reino de Castilla y Aragón que vinieron y conquistaron a Quito, la ciudad del medio del Mundo, la ciudad del centro del Mundo, única donde converge la vida especialmente entre tiempos de sol y de frío y llegó un hermano franciscano Jodoco de nombre, intuyó y no dudó que su casa, la casa de Dios estará ahí por siempre.  Piedra sobre piedra, durante décadas y miles de personas que sorprendidos unos y otros con lo iniciado y en el camino evangelizados, aculturizados e incluidos en este orden, trabajaron y llegaron a este final, a esta magnífica arquitectura que bien el Rey de España de entonces no dudó en decir que en América tenía otro Escorial.

Piedra sobre piedra, durante décadas y miles de personas que sorprendidos unos y otros con lo iniciado y en el camino evangelizados, aculturizados e incluidos en este orden, trabajaron y llegaron a este final, a esta magnífica arquitectura que bien el Rey de España de entonces no dudó en decir que en América tenía otro Escorial.

A un humilde joven, libérrimo de pensamiento material ya en ese entonces pero de inicio en su vida con una esmeradísima y noble de formación familiar por lo mismo incluido desde niño en su educación con quien sería Carlos V y desarrollar los dos amistad por siempre, y tener crecimiento privilegiado en la Europa del S. XVI, de origen flamenco (hoy países de Holanda y Bélgica) que en el reinado de Isabel La Católica y su conquista y engrandecimiento como Reino al “nuevo” continente, llegó la noticia en su grupo de la Orden Religiosa, la Franciscana, la necesidad inmensa de llevar, de ir a América con la Palabra de su Dios. Por relatos de misioneros del mundo, no solamente esta Orden realizaba una obra de evangelización sino de servicio social e incluir una diferente cultura en estos ”nuevos ” pueblos, comprendió entonces este joven y no dudó guiado por su temperamento intuitivo y enorme educación de estudio de ciencia y religión Fray Jodoco Rijcke se llamó, un personaje casi desconocido en estos días, ya como hermano franciscano fiel y creyente unirse y ofrecerse para ir a las Misiones de América (1529 app) que no dudó además en aprender el idioma castellano y llegaría luego de una vorágine de viajes y experiencias.  Desde el soñado Imperio de los Incas llegará a la ya existente población hoy ciudad de Quito, a pie!!! Antes el Reino de Quito, pues sus construcciones en piedra y grandeza base de lo colonial hasta nuestros días así lo testimonian, conquistada y fundada un Diciembre 6, 1534.

Brinda hospedaje Quito a este joven pocos años más tarde El Quito ancestral y entender estos estilos de vida, entender el imaginario de comunidades de diversas nociones colectivas, geografía de lugares sagrados con caminos y rutas procesionales, visiones simbólicas y construcciones milenarias y entender también un paisaje histórico este soñador en construir, en hacer su Misión y cumplir sus aspiraciones y aprender el idioma local ancestral Quechua y llevar su mensaje de “salvación” al pueblo de Quito un paisaje histórico a un nuevo enfoque que pueda convertir en alter-nativo para el inicio de inclusión multicultural.

Qué hubo, qué ofrecía el lugar para que sobre los asentamientos ancestrales primero, luego plantar una arquitectura que sorprende por fuera y dentro con su fantástica construcción, una fachada que habla de cambios en ese Mundo del Renacer, del querer ser mejores y reconocer sus errores de dejar legados físicos pero no menos magnifico al iniciar una explanada q servirá para sembríos, que abrazado Fray Jodoco trajo las primeras semillas de trigo, porque él sabía que Pan no podía faltar, que unas soberbias gradas la gente subirá y q llegarán al templo para de rodillas, imaginarios de pensamientos dejarán su energía ante lo logrado en su interior con expresión religiosa nunca antes vista con formas y colores que serán concretados por la habilidad desarrollada en los nativos, frente a columnas de diferente orden, jónicas, dóricas hasta puntas de diamante configuradas en piedra darán la cara a una espléndida plaza que adorna hoy a esta ciudad, a este lugar de privilegio en el mundo y mentalizado todo vuelvo a nombrar por este súper hombre y religioso Fray Jodoco Rijcke,  basta leer la biografía del Padre Augustin Moreno otro ser humano que la religiosidad y comunidad franciscana formó para entender ante qué personaje tenemos que rendir tributo en la ciudad, la ciudad que le brindó hospedaje y sin tener ni traer fortuna material, pero tenía la propia, la de la inmensa caridad de alma y corazón por el prójimo, al vencido, al conquistado que ya para entonces, padecía en casa propia de enorme abuso por ser “infiel”, infiel a un Dios que no conocía pero que terminaría siendo parte de su existencia para siempre y por siempre. La Fe, la religión, el idioma será su conquista.

Nuestro tributo para ÉL, el Hermano, el maestro, el creyente, el protector y por qué no el aventurero, Fray Jodoco Rijcke.

Miraremos puertas, paredes convertidas en lienzos, fechas testimonios de trabajo, formas, colores, imágenes, trabajos engrandecidos con artesonados cual anillos encajados como hembra y macho y exuberante decoración; ante esculturas en madera de tamaño natural, la Virgen de Quito, San Francisco, Ángeles y Arcángeles en sus propias calles o altares a la vista gana un trabajo exquisito repujado en plata (influencia Inca) alas inmensas que sustentan y transforman estas esculturas, armadas dedo a dedo, brazos, cabezas, faldones en madera decorados y con movimiento, caras y miradas expectantes y dulces que dicen mucho sin hablar pero sí decir aquí estamos para tí…y bellamente decoradas que hasta parecen volar y así entre arcos, nichos, altares, coros, crucifijos, capillas se entiende albores de la vida sin fin, porque cómo no entender que lo que quiso este joven Jodoco que envejeció en donde hizo su casa, su pueblo, su Dios, su epístola, su evangelio, dejó para nosotros no disminuir nuestra mirada de un pueblo que se hizo creyente, sufrido y desvelado ante él sin comprensión de su estado y bajar su cabeza para pedir, para salir en procesión con su Fe y detrás de esos momentos que con o sin razón te llevan a emociones y expresiones a seguir, a ponerte de rodillas y creer… Nuestro tributo para ÉL, el Hermano, el maestro, el creyente, el protector y por qué no el aventurero, Fray Jodoco Rijcke.

By Patrcia Rivas García

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